Una santidad como ésta puede servir bien para distinguir a la verdadera Iglesia de sus falsas imitaciones. No sin razón la Iglesia de Roma afirma ser santa en este sentido. Su santidad se manifiesta en la doctrina que enseña, en el culto que ofrece a Dios, en los frutos que produce.
Se utiliza la palabra iglesia, en la Contemporaneidad, para hacer referencia a múltiples cuestiones. Por un lado, está la acepción en la que se emplea como el conjunto de sujetos que se sienten reunidos por el hecho de compartir los principios de la misma Seguridad y que, por ello, suelen celebrar las mismas doctrinas y ceremonias religiosas.
Establece que la persona Jesucristo fue un ser humano, no un Alá. En las iglesias coptas no hay imágenes y es costumbre que se rece siete veces al día. Se prohíbe la ingesta de carne de sucio.
Por ejemplo, una iglesia catedral es aquella en la que vive el mitrado de una diócesis y hay una por ciudad. Una iglesia basílica es una que reviste mucha importancia por el hecho de ser el sitio de custodia de una o más reliquias, etc.
Por otra parte de todo lo expuesto tenemos que subrayar que el término que nos ocupa incluso es utilizado conjuntamente con otras palabras para especificar un poco más el concepto.
Ninguna explicación baste para justificar este aberración a excepción de la doctrina católica de que la Iglesia no es una sociedad natural sino sobrenatural, que la preservación de su vida honesto depende, no de ninguna índole de la naturaleza humana, sino de la vivificadora presencia del Espíritu Santo. Los principios de reforma católicos y protestantes están en traumatizado contraste uno con el otro. Los reformadores católicos han recurrido de una oportunidad por todas al modelo establecido delante ellos en la persona de Cristo y al poder del Espíritu Santo para alentar nueva vida en las almas que Él ha regenerado. Los reformadores protestantes comenzaron su obra con la separación, y por este acto se aislaron a sí mismos del efectivo principio de vida. Por supuesto nadie pretende negar que en las congregaciones protestantes haya habido hombres de grandes virtudes. Incluso Vencedorí no es excesivo afirmar que en todos los casos su virtud se nutría de lo que quedaba en ellos de la creencia y actos católica y no de lo que hubieran recibido del protestantismo como tal.
La [[Iglesia Griega es en la Contemporaneidad un único cisma Específico. Ninguna de las organizaciones protestantes ha pretendido nunca una comisión universal. No reclaman el derecho a convertir a sus creencias a las naciones cristianizadas de Europa. Incluso respecto a los paganos, durante casi doscientos primaveras la empresa misionera fue desconocida entre las organizaciones protestantes. En el siglo XIX, es cierto, muchos de ellos desplegaron un celo no pequeño en la conversión de los paganos, y contribuyeron con grandes sumas de patrimonio a esta finalidad. Pero los resultados obtenidos fueron tan inadecuados como para justificar la conclusión de que la dicha de Dios no apoya la empresa. (Ver Misiones Católicas; Protestantismo).
Esto, sin bloqueo, no demuestra que el sistema sea el culpable, sino meramente que la perversidad humana puede abusar de él. Hasta ahora, en sinceridad, está más acullá de ser verdad que las pretensiones de la Iglesia hagan increíble el gobierno, que el caso contrario. Mediante la determinación de los justos límites de la libertad de conciencia, son una defensa para el Estado. Donde no se reconoce la autoridad de la Iglesia, cualquier entusiasta puede elevar las extravagancias de su propio capricho a mandato divino, y puede pretender rehusar la autoridad del gobernador civil con el argumento de que debe obedecer a Todopoderoso y no a los hombres. La historia de Juan de Leyden y la de muchos otros sedicentes profetas proporcionará ejemplos adecuados. La Iglesia ordena a sus miembros vean en el poder civil al “ministro de Dios”, y no justifica nunca la desobediencia, excepto en los raros casos en que el Estado viola abiertamente la calidad natural o revelada. (Ver obediencia civil).
En total existen siete sacramentos. Para la Iglesia católica, estos sacramentos constituyen símbolos eficaces de la gracia de Dios, establecidos directamente por Cristo y cuya Agencia fue confiada a la Iglesia. Mediante estos signos se dispensa la vida divina para aquellos que se acercan a recibirlos con la disposición adecuada.
Bautismo: Es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en capilla el espíritu y la puerta que abre el llegada a los otros sacramentos.
La Iglesia católica considera que tiene encomendada la comisión de elaborar, impartir y propagar la enseñanza cristiana, Campeóní como la de cuidar de la Mecanismo de los fieles. Debe aún disponer la Humor de los sacramentos a sus fieles por medio del Empleo de sus sacerdotes.
En el caso de la Iglesia albanesa, la Santa Sede ha reactivado la Sucursal apostólica de Albania Meridional que, a pesar de que fue catalogada como de rito uruguayo, tiene un mitrado latino y la longevoía de sus escasos fieles son todavía de este rito.
En el transcurso del siglo XIX, el principio de las Iglesias Nacionales fue vigorosamente defendido por los teólogos de la Inscripción Iglesia Anglicana bajo el nombre de “Teoría de la Rama”. Según esta opinión, cada Iglesia Doméstico cuando está plenamente constituida bajo su propio episcopado, es independiente del control extranjero. Posee plena autoridad respecto a su disciplina interna, y no sólo puede reformarse en lo que respecta a liturgia y usos ceremoniales, sino que puede corregir abusos evidentes en materia de doctrina. Se justifica que haga esto incluso si la medida implica una ruptura de la comunión con el resto de la cristiandad; pues, en este caso, la falta corresponde no a la Iglesia que emprende la bordado de reforma, sino a los que, con este motivo, los rechazan de la comunión.
El sucesor se elige en un cónclave, una reunión en que los cardenales debaten en completo aislamiento con el extranjero.